Trauma y Apego

Qué es el apego

El apego es el lazo afectivo que se establece entre un cuidador primario y un bebé.

El apego seguro sería aquél en el que el bebé puede confiar en que habrá bondad en el vínculo establecido. Las relaciones de apego se mantienen durante toda la vida, tienen un carácter singular, y se transforman.

En la actualidad podríamos entender el apego como el lazo afectivo, entre dos personas o dentro de una misma persona (apego adulto). Es la descripción de este lazo lo que nos ayudará a encontrar clasificaciones para el apego.

Su objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección.

Orígenes de la teoría del apego

La Teoría del Apego parte de John Bowlby (1907 – 1990), psicólogo y
psicoanalista británico y une teorías psicológicas, evolutivas y etológicas.
Bowlby realiza investigación solicitada por la Organización Mundial de la
Salud (OMS) en 1952 tras la segunda guerra mundial: Maternal Care and
Mental Health.

El trabajo de Bowlby consistió en una investigación más extensa, la cual se encargó de definir de forma más exacta el concepto al referirse al apego como una “conexión psicológica duradera” que se da de forma natural en los seres humanos.

Bowlby clasifica el vínculo en seguro e inseguro en un principio.
Mary Ainsworth, quien fue contratada por Bowlby, desarrolló el procedimiento de
situación extraña. Descubre una tercera clasificación, el apego desorganizado.

Postulados clave

Cuando un niño posee plena confianza en que su criador siempre estará disponible para él, será menos probable que experimente miedo en comparación con un niño que no confía en que su cuidador siempre estará para él.

La confianza mencionada en la primera propuesta se construye durante la infancia y la adolescencia, etapas consideradas críticas en el desarrollo humano. Las expectativas mencionadas en la segunda propuesta están directamente relacionadas con la experiencia de la persona. Esto quiere decir que un niño tendrá expectativas de que su cuidador estará disponible para él si  en el pasado ya lo ha estado.

Según Bowlby hay cuatro sistemas relacionados entre sí que guardan relación con la adquisición del vínculo. Son el sistema de apego, el de exploración, el del miedo ante los extraños y el de afiliación.

El de apego, se refiere a todas las conductas que se activan cuando aumenta la distancia con la figura de apego, está al servicio de la proximidad.

El de exploración, permite el interés por el entorno y los objetos que hay en él.

El del miedo ante los extraños se activa en contextos extraños y ante personas extrañas que son percibidas como amenazadoras o peligrosas. El sistema de miedo surge en la primera mitad del primer año (porque ya conoce) y coincide con la formación del apego.

El de afiliación, implica interés por los miembros de la propia especie.


En ese lazo afectivo se aprenderán guiones de la relación. Estos aprendizajes son procedimentales, no organizados en palabras. Cada uno de estos guiones o modelos operativos internos aprendidos pueden a su vez clasificarse en seguros, inseguros o desorganizados. Incluso dentro de esta clasificación podemos encontrar subclases.
El conjunto de todo este aprendizaje crea la construcción del apego, de como es el lazo afectivo, en el cerebro del niño, y es en este aprendizaje procedimental, almacenado en memoria procedimental, donde nos apoyaremos para “ver” las relaciones con otras personas a lo largo de la vida, para “vernos” a nosotros, y para “ver” el mundo.

El apego podría también describirse como el establecimiento de la relación, aprendizaje sobre la relación y la posterior reproducción del aprendizaje de la relación en una relación.


EL APEGO SEGURO
El apego seguro es la relación cuidador–infante continuada en el tiempo en la
que se dan aprendizajes relacionados con la seguridad de la relación, de la
exploración y la regulación emocional y física.
Esta relación involucra dos personas diferenciadas, en la que el bebé (infante,
adolescente, paciente, usuario, etc.) presenta una serie de necesidades de
apego, y en la que el adulto (madre, padre, cuidador, profesional del cuidado,
etc.) es el responsable de cubrir esas necesidades y dar la seguridad en la
relación.
La seguridad:
• Las interacciones en la relación son predecibles por parte del infante.
• Estas interacciones se apoyan en un estado mental de seguridad en el
adulto, en el que confía en su capacidad de proteger al infante, su
capacidad de ofrecer un entorno seguro de aprendizaje, su capacidad de
atender las necesidades de apego de forma equilibrada, su capacidad de
hacerse cargo cuando sea necesario.
• Estas interacciones son bondadosas y compasivas.
• Estas interacciones suceden de forma dinámica y cambiante en tiempo
presente, siendo flexibles, y pueden suponer dolor en el adulto o el infante
o en ambos, dándose entonces un proceso de reparación o feedback
negativo que vuelve la relación a su estado de seguridad y confianza,
incrementando la complejidad del aprendizaje procedimental de apego
seguro y fortaleciendo la relación.
Observando al cuidador en interacciones de seguridad, vemos que el cuidador
es capaz, en este orden, de:
• Ser consciente de los cambios dinámicos de sus propias necesidades
emocionales y físicas, valorar la necesidad de regulación de estas
necesidades y regularlas tanto en relación con otro adulto (co-regulación)
como de forma autónoma (auto-regulación).
• Observar los cambios dinámicos del infante, hacer suposiciones de las
necesidades de regulación afectiva y física, y pasar a la acción apoyada
en la observación y suposición, y posteriormente evaluar si la respuesta
dada era ajustada.
• Poder seguir en él mismo y en el otro este baile de observación,
suposición, acción, corrección de suposición, vuelta a observación.
• Este baile implica ser consciente de cuando nuestra atención está
enfocada al exterior (exploración) y cuando a necesidades
emocionales o físicas y estados mentales propios (conexión).
• Esta consecución cuando/entonces segura puede denominarse
Resonancia (sincronización, respuesta espejo, etc. dependiendo del
autor).
Aprender sobre apego es complicado, e implica leer conceptos y frases, implica
organización con palabras, pero el apego no está organizado en palabras… el
apego es un aprendizaje procedimental (como aprender a hablar, a escribir,
montar en bici, conducir, bailar, etc.). El apego seguro se aprende
practicándolo y experimentando interacciones de apego seguro.
Veamos algunos datos sobre el apego y el apego seguro:
• La ventana óptima y más sencilla para vincularse de forma segura con un
bebé son los primeros meses de vida (0 a 5 meses, 0 a 7meses según el
autor consultado). Esto quiere decir que con el apoyo necesario, incluso
madres desorganizadas pueden crear un vínculo de apego seguro. En
esta franja las intervenciones en prevención en apego son muy efectivas
(por ejemplo los grupos del Círculo de Seguridad Parental).
• El desarrollo del apego en el bebé se establece en los primeros 3 años de
vida, coincidiendo con el crecimiento del cerebro hasta el 90% del tamaño
adulto. Algunos autores amplían hasta los 5 años de vida.
• A los 11 meses de vida los bebés ya han aprendido como es el vínculo
con el cuidador primario, y así lo muestra la investigación con
procedimiento de situación extraña. En el apego seguro vemos lo
siguiente: bebé con alto diestrés en separación, en reunión el bebé sabe
qué quiere (al cuidador) y se dirige de forma activa hacia el cuidador, el
cuidador acoge al bebé, en poco tiempo el bebé es regulado, el bebé
dirige su atención al exterior.
Tres aspectos básicos en el apego seguro:

REGULACIÓN

CONEXIÓN

EXPLORACIÓN


REGULACIÓN
Todos al nacer llevamos de serie un sistema nerviso central y periférico que bien entrenado podrá regular de forma segura estados emocionales y físicos. El ser humano no nace con la capacidad de regular (ya sea segura, insegura o desorganizada) sus propios estados emocionales, es algo que aprendermos dentro de una relación. Para que esta capacidad regulatoria sea clasificada como segura, se requieren determinadas experiencias y aciones por parte del cuidador primario (principalmente la madre).


En el apego seguro veremos a una madre (padre, cuidador primario, a lo largo del texto usaremos cualquiera de estos tres) que es capaz de:
• Auto-regularse cuando es necesario, es capaz de regularse en relación (co-regularse).
• Identificar estados de regulación y desregulación en el bebé.
• Es sensible a estos estados, y cuando es necesario de forma activa regula al bebé (co-regulación), y cuando es necesario permite al bebé regularse en compañía de ella (auto-regulación en relación).


Desde el nacimiento el infante expresa de forma bastante clara para el observador cuando está bien y cuando no está bien, diestrés y alegría, y en pocos meses podrá expresar más emociones y necesidades. Al final del primer año, los bebés son capaces de comunicar muchos deseos e intenciones (como levantar los brazos para que los aupen, llamar a su madre cuando estan asustados, dar un jugete para que lo miremos y juguemos con ellos, por ejemplo). Pero durante este tiempo, dependen de que sus cuidadores puedan captar, leer, ser sensibles, a estas señales y comunicaciones, ya sean intencionales o no.


El cerebro del bebé solo juega un papel muy básico en la regulación emocional. Los bebés no son capaces de autoregularse, y necesitan a su cuidador (a su madre) con el fin de co-regularse. Para que un bebé poco a poco adquiera estas competencias, necesitan de una madre, sensible y responsiva a sus necesidades y estados emocionales.


CO-REGULACIÓN
La madre rápidamente aprende a leer las señales del bebe y a dar los cuidados necesarios y mantener el nivel de diestrés y activación en límites razonables. Y esto lo hace una y otra vez, una y otra vez. El bebé llora o se queja, la madre cubre su necesidad, el bebé se calma. Una y otra vez. Entonces tanto la capacidad de autorregularnos eficaz y funcionalmente, de poder regularnos en relación (co-regulación) como de ser capaces de co-regular a otro, comienzan con la regulación cuidador – infante. Actualmente este proceso de regulación diadica se ha conseguido describir con detalle.
La capacidad de auto regulación, de poder regularnos en relación y de poder ayudar a otros a regularse, se aprenden dentro de una relación de apego seguro. La repetición de este patrón crea modelos operativos internos de regulación, en los que hay predicción de qué sucederá cuando esté desregulado, y cómo sucederá, además de aumentar lo que se conoce como ventana de tolerancia.

El resultado es que el estado desregulado empieza a poder ser regulado rápidamente una vez el consuelo llega. También sucede que la capacidad de tolerar ese estado desregulado sin salir de ventana de tolerancia crece. Como resultado, empezamos a ver tiempos más elevados tanto en conexión como en exploración, es decir, mayor capacidad de focalizar la atención a tercer objeto y mayor capacidad de mantener la conexión incluso con emociones intensas presentes. Y todo esto sucede dentro de la relación madre-hijo… o cuidador primario infante.

CONEXIÓN
Cuando hablamos de conexión todos entendemos que es en relación. No sucede como la parte de regulación, que puede llevarnos a pensar erróneamente en simple maduración del sistema nervioso sin necesidad de entrenamiento. Para la conexión está claro que necesitamos del otro, y esto es así cuando nacemos.
Al nacer, y durante los primeros meses de vida, la conexión sucede cuando el bebé mira ojo – ojo al cuidador primario (no cuando el cuidador primario mira al bebé ojo – ojo). Al hacer esta conexión visual, las neuronas espejo de madre e hijo empiezan a “comunicarse”, replicándose en la madre estados fisiológicos, expresiones faciales y emisión de tonos y frecuencias similares a los estados fisiológicos, expresiones faciales y emisión de tonos y frecuencias del bebé. De esta forma, el bebé se “ve”, se “siente”, y “es”, en la madre.
Los bebés al principio pueden conectar poco, ya que la activación de sus neuronas espejo les desregula. Necesitarán una madre sensible que les permita apartar la mirada, y que esté atenta a cuando el bebé vuelva a hacer contacto visual. En bebés pequeños este ritmo de salir y entrar puede ser rápido, y es importante aprovechar todas las oportunidades que tengamos para darles la bienvenida a la conexión.
En este baile de conexión-desconexión, conexión-desconexión desregulada regulación en relación-conexión, etc., se van creando en el niño más modelos operativos internos, más aprendizajes, más esquemas. Soy en relación, soy yo, tu eres tu, tu también eres tu en relación conmigo…
Tu & Yo
Al conectar con otro empático que me mentaliza, desarrollo poco a poco competencias en conexión:
• Poder identificar estados emocionales y fisiológicos propios.
• Poder hacer suposiciones e inferencias de estados emocionales y fisiológicos ajenos.
• Poder hacer relaciones causa/efecto (cuando/entonces) tanto de mis estados emocionales y fisiológicos como de los ajenos.
• Desarrollo de la empatía y compasión.
• Resonar: conmigo, contigo, con fuentes de resonancia naturales (naturaleza, animales, niños).


Para poder conectar con nosotros mismos, necesitaremos poder situarnos en tiempo presente, reconocer cómo nos estamos sintiendo, dónde lo sentimos, y organizar esta experiencia emocional con una narrativa cuando/entonces. Esa narrativa es la que hace la madre al recibir la mirada del bebé, espejando sus expresiones y vocalizaciones, cuando tu “x” entonces yo “x”. Para que otro pueda conectar con nosotros necesitamos poner pies en tierra, estar en tiempo presente, y mirando al otro, poner el foco de atención en el otro.
Para que nosotros podamos conectar con otro necesitamos mostrar, ya sea de forma verbal o de forma no verbal aquello que estamos sintiendo. Más adelante hablaremos de las señales correctas y equivocadas. Por ahora nos quedamos con la necesidad de poner el foco en el otro para que pueda conectar con nosotros, y poner el foco en nosotros mismos si queremos auto conectar o conectar con otros.
Ejercicio: visualiza el siguiente video.
https://youtu.be/Sin9M9boANo
¿Cómo crees que se sintió esta Natalie?
¿Cómo crees que te habrías sentido tu en su situación?
¿Qué crees que necesitaba Natalie en ese momento?


EXPLORACIÓN
La exploración está relacionada con los procesos de aprendizaje y de atención a un tercer objeto. Si en la conexión estoy con el foco puesto en mí y en cómo me siento emocional y físicamente, o en el otro, resonando con él, en la exploración el foco atencional es al exterior, al entorno. Para entender mejor la exploración y su relación con la regulación y la conexión, empecemos a hablar del Círculo de Seguridad.

El Círculo de Seguridad tiene tres partes básicas: salir del círculo, entrar en el círculo, y manos en el círculo.
Un niño, primero necesita la libertad y confianza para conocer y explorar su mundo, segundo, necesita sentir la seguridad de que cuando sea que esté listo, puede volver en busca de protección y consuelo. Tercero, necesita que su cuidador se haga cargo de una forma cariñosa. Son las necesidades básicas: salir del círculo, entrar en el círculo y manos en el círculo.
Dependiendo del tipo de apego que le de el cuidador veremos problemas en alguna de estas partes del círculo.
El cerebro humano está preparado para aprender, y si se hacen las cosas bien desde el punto de vista del cuidador, la mayor parte de los niños podrán adquirir estas competencias.

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